La piedra del Peñol, Antioquia, Colombia

La piedra del Peñol, Antioquia, Colombia

La piedra del Peñol esconde muchas historias

Debo confesar que la última vez que estuve allí mi nuevo miedo a las alturas me impidió escalar la impresionante roca.

Y aunque lo he visto durante buena parte de mi vida, no dejó de producir en mí la misma sensación que sólo un imponente atractivo natural puede provocar.

La misma emoción que cuando era niño cuando estaba tan cerca.

Comienzan a llegar visitantes

La expectativa es grande, todos miran hacia arriba como si algo cayera del cielo, pero no, se trata de observar entre las personas que suben a alguien que conocen.

Bueno, y también la altura de esa macroroca que por designio de la naturaleza surgió allí.

La Piedra del Peñol

Esta roca gigante que acompaña el paisaje del oriente antioqueño desde hace dos millones de años -a dos horas de Medellín- no deja de sorprender a los viajeros.

  • Sus doscientos metros de altura hacen que no pase desapercibido cuando un turista se encuentra en estos lugares.
    La 3ª piedra escalable más impresionante en cuanto a tamaño del mundo entero no pasa desapercibida en absoluto si de las cosas que nos regala la naturaleza.

De ahí, según algunos habitantes de la zona, la marca irregular que se nota en la parte inferior del gigante GI que lo acompaña hacia el lado occidental.

Recuerdo que siendo niño unos valientes que parecían hormigas con un rodillo de mi casa comenzaron a pintar el nombre Guatapé en su superficie.

Pero una norma que prohibía Intervenir este tipo de atractivo les impidió terminar su trabajo.

Aniversario de una odisea

Hace unos años, en 2004, se cumplió el cincuentenario de su primera ascensión. La hazaña correspondió a una intrépida vecina del lugar.

Todo empezó a mediados del siglo XX. Corría el año 1950 y en la región se difundió la noticia sobre la posible visita de unos montañeros extranjeros que venían con la misión de escalar el monolito.

Pero también se habló de la visita de algunos argentinos y algunos españoles que trajeron cohetes manuales y cuerdas ligeras.

Algunos medellineses también quisieron ser los primeros en escalar la gran roca, por lo que comenzaron a realizar viajes a la región para elegir y preparar física y mentalmente a las personas que realizarían la hazaña.

Se veía venir un jugoso contrato

Pero el señor Luis Villegas, un campesino de la zona, se adelantó a todos y en compañía de Ramón Días y Pedro Nel Ramírez.

Y gracias al apoyo del padre Alfonso Montoya, párroco de Guatapé -quien les facilitó una escalera de 13 metros- el sueño se hizo realidad.

La fecha memorable quedó escrita en la historia: 16 de julio de 1954. Con el paso de los años, el lugar se convirtió en un lugar de peregrinación impía.

Cientos de personas querían subir, no importaba que sus escaleras fueran de madera y supusieran un desafío para los turistas.

Los que salieron volando de allí fue porque así lo quisieron pero no por casualidad. Los vecinos y vendedores del lugar dicen que desde allí se han lanzado unas trece personas.

Cuando llegan las vacaciones, la monumental piedra es visitada por unos 15.000 turistas.

Esto daría una media de unas 1.500 personas al día, miles de turistas que suben y bajan sus 644 escalones.

Se aprecian desde lo alto la mejor vista panorámica del embalse adornado de montañas; que quieran disfrutar de la libertad que sólo ofrecen las alturas.

manualidades y todo tipo

Se ofrecen imágenes de la región para llevarse como recuerdo, e incluso los turistas pueden tomarse fotos con alguna de las tantas boas que se mantienen enrolladas en manos de sus descuidados amos.

Y en cualquiera de las tiendas se puede conseguir un diario-libro con todas las aventuras y penurias de sus primeros escaladores.

Disfruta de un plato típico, un sancocho en alguna de las casetas y restaurantes locales, o un refresco en la cima del pico.

También es un plan que muchos turistas cumplen cada fin de semana.

Llega la tarde y termina el paseo.

Los viajeros regresan a su lugar de origen mientras miran en su calendario las próximas vacaciones en las que pueden decidir si regresar a la piedra o ir al embalse.

Conozca los pueblos de El Peñol o Guatapé, o acérquese a alguno de los sitios recreativos de la zona.
El tiempo será suficiente para pensar.

A ellos y a todos aquellos que no conocen esta roca, a veces olvidada en Colombia, sólo les digo que es un lugar por redescubrir, un lugar que difícilmente olvidarán.