Cada 13 de noviembre, Colombia recuerda uno de los desastres naturales más devastadores de su historia: la tragedia de Armero.
En 1985, esta pequeña población del departamento del Tolima fue arrasada por una avalancha de lodo y escombros tras la erupción del volcán Nevado del Ruiz, dejando a su paso una inmensa cantidad de víctimas y sobrevivientes marcados por el dolor.
Este aniversario no solo recuerda la catástrofe, sino que también invita a reflexionar sobre la importancia de la prevención y la gestión del riesgo en un país propenso a fenómenos naturales.
La Erupción y el Impacto en Armero
El 13 de noviembre de 1985, a las 9:09 p.m., el volcán Nevado del Ruiz hizo erupción.
Esta actividad volcánica derritió rápidamente gran parte de su cima glaciar, liberando millones de metros cúbicos de agua y escombros en forma de una devastadora corriente de lodo que avanzó a gran velocidad hacia el municipio de Armero.
La población, que no había sido evacuada a pesar de las advertencias, fue sorprendida en medio de la noche.
Miles de personas perdieron la vida en cuestión de minutos, atrapadas bajo toneladas de escombros, mientras otras lograron sobrevivir al desastre, aunque sus vidas quedaron marcadas para siempre.
Las Lecciones Aprendidas
La tragedia de Armero dejó profundas lecciones en materia de gestión del riesgo y respuesta a desastres. A partir de esta catástrofe, el gobierno colombiano y los organismos internacionales han desarrollado políticas y sistemas de monitoreo volcánico más eficaces para anticipar desastres de este tipo y reducir el impacto en las comunidades.
Sin embargo, la tragedia recuerda constantemente la importancia de estar preparados, mejorar los sistemas de alerta temprana y fortalecer la infraestructura y la educación en las zonas de riesgo.
Recuerdo y Homenaje a las Víctimas
En cada aniversario, Colombia honra la memoria de las víctimas con eventos conmemorativos, misas y recorridos que buscan mantener vivo el recuerdo de quienes perdieron la vida en Armero.
Figuras simbólicas, como la imagen de Omayra Sánchez, una niña que murió atrapada en el lodo y cuya resistencia y dolor se volvieron emblema del desastre, recuerdan la importancia de continuar luchando para mejorar la capacidad de respuesta ante desastres.
Reflexión y Esperanza
El aniversario de la tragedia de Armero no solo es un día de dolor y memoria, sino también de esperanza y resiliencia.